Los pelotudos, el vector del virus
¿Cuál es el origen del virus? ¿Qué intereses podría haber detrás? ¿Qué hace falta para que el virus se propage? ¿Cuál es el vector del virus? ¿Depende de nosotros o del virus? Mirá la tremenda editorial de Tomás Méndez.
Los chinos dicen que son los yankees, los yankees que fueron los chinos. Quizás en un tiempo se descubra si aquí intervino, como otras veces, el ingenio de la especie humana, siempre distinguida entre la naturaleza por ser los únicos que atentamos contra nosotros mismos.
Al menos es sospechoso que en medio de una reconocida guerra económica entre potencias mundiales el virus haya desatado su furia en una de estas partes, produciendo daños y perjuicios significativos. La pregunta por el origen es la búsqueda por hallar intereses detrás de esto.
Mirá la editorial
O quizás no. Quizás el origen resulte ser bastante menos épico y se deba al exótico apetito de un asiático. En definitiva, si de intereses se trata, por ahora es difícil que alguna de estas potencias esté en condiciones de capitalizar la crisis mundial. Claro, por ahora…
Sin embargo, descubrir su origen ahora sería de poca utilidad. El problema es que la pandemia no deja de crecer.
Lo cierto es que para contagiarse el virus depende de un factor: el individualismo.
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Pensar en uno mismo, ser incapaz de mirar más allá de su propio ombligo, no tener empatía, ignorar que los frutos de la humanidad han sido siempre colectivos, negar un pedazo de solidaridad por una cuenta bancaria, y tantos otros actos reprobables, en resumen: ser un pelotudo.
Parece increíble que la verdadera lucha no dependa de las herramientas que tenemos para vencer a un virus, sino de la capacidad de darnos cuenta de la magnitud de los actos egoístas. Ahí se termina todo.
Para los virus hay vacunas, para la pelotudez no.