Les toca poner a los que ganaron mientras todo perdíamos
Escenario de crisis
La estrategia del gobierno en el plano económico es la de reactivar y sostener la rueda de consumo. Todos los esfuerzos están puestos en ese lugar. Eso explica la gran emisión monetaria destinada a sostener el gasto social que se ha incrementado a través de asistencias y a financiar los recursos necesarios para la emergencia sanitaria.
La idea es vieja y ha probado ser muy útil en graves contextos de crisis, como durante los períodos de posguerra en el hemisferio norte, pero también en menor escala en nuestro país en años recientes. La idea es la siguiente: si hay plata en el bolsillo de la gente, la gente gasta y eso sostiene la rueda de consumo. En otras palabras: mientras menor es la presencia del estado como agente facilitador del consumo, mayor es el impacto de la crisis en el consumo por la escasez de recursos.
Incluso los países cuyos gobiernos están más alineados con políticas liberales del mercado han entendido la necesidad de este tipo de medidas, por ejemplo, Francia o Chile, sin ir más lejos.
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¿De dónde salen los recursos?
A diferencia de las potencias económicas del primer mundo, nuestra limitación es la capacidad para financiar la presencia del estado. Esto se suma, en nuestro caso, a un contexto de pago de vencimientos de deudas. Hoy se anunció la postergación de los pagos de vencimientos locales hasta 2021.
Hasta ahora el principal mecanismo es la emisión monetaria, pero por sí solo no alcanza y no puede utilizarse indiscriminadamente. El problema, entonces, es conseguir los recursos.
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Los que ganan mientras todos pierden
En este contexto se comenzaron a debatir distintas opciones, entre ellas la aplicación de un impuesto extraordinario a quienes accedieron al blanqueo de capitales impulsado por el gobierno de Mauricio Macri en 2016 y que logró blanquear más de 116.000 millones de dólares.
El criterio parece ser recurrir a aquellos sectores comerciales que durante los últimos años fueron favorecidos por las políticas neoliberales del gobierno de Cambiemos y que redundó en grandes ganancias para pocos actores en un contexto de crisis local.
Ciertamente, el sector energético, que pudo aplicar aumentos de precios sin precedentes, reportó ganancias extraordinarias. En tres años, aumentaron sus ingresos en un 995%, mientras que el PBI per cápita disminuyó en un 8,8%.
Los sectores bancarios y financieros también percibieron abultadas ganancias que fueron posibles gracias a las altísimas tasas de interés que demandaban, a la vez que compraban bonos argentinos que pagaban intereses históricos. Sólo en 2019 reportaron haber ganado 314.044 millones de pesos, menos aún que en 2018.
Además, se trata de unos de los pocos rubros que continúa generando ingresos durante la cuarentena. Para variar, son los mismos que se negaron a articular soluciones más humanas para el cobro de las jubilaciones y asignaciones el fin de semana pasado.
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En ambos casos se incrementaron las ganancias a costa de la sociedad y en medio de una marcada pérdida de poder adquisitivo: con aumentos de precios desmedidos u obligando a pagar tasas de interés exorbitantes.
Otra importante fuente de recursos está en los capitales argentinos depositados en paraísos fiscales o cuentas en el exterior. Según el PBI per cápita, Argentina es el país con más plata fugada del mundo. Algo que seguramente se vio favorecido durante el último gobierno.
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