Adelantarse a la jugada: política y ajedrez. Editorial de Tomás Méndez.
Como el ajedrez, la política también es una disciplina de cálculo, estrategia y previsión: hay que adelantarse a los hechos, poder ver más allá. Si no, no hay construcción posible. Un maestro de ajedrez puede adelantarse hasta 5 veces en los movimientos de su oponente. Claro, para eso hay que estar preparado.
El problema es que la política pocas veces se estudia porque para ser político no hace falta estar preparado. Para ser político hace falta construir imagen y eso es otra cosa. Eso se hace con dinero y obedece a un esquema de producción, como si se estuviera fabricando una golosina. La mayoría de los dirigentes políticos de hoy son productos del marketing.
Si hay algo que ha demostrado ser infalible en la historia moderna, eso es el marketing. Es el siniestro arte de crear necesidades. De pronto, sabemos que las gaseosas son malas y que la comida chatarra es perjudicial para la salud, pero lo mismo las consumimos. No son los mejores alimentos nutricionalmente hablando, pero ahí vamos.
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Con los políticos de todo el mundo pasa igual, no siempre llegan los mejores y hay muchos dirigentes que están donde están porque pudieron pagar marketing o se los pagaron. El objetivo es generar empatía con algún potencial sector de la sociedad y “construir” liderazgo a partir de la identificación. Esa identificación muchas veces es el odio, que es un sentimiento muy poderoso, otras veces la esperanza. Cada uno con su receta.
El resultado, entonces, es que muchos dirigentes no pueden adelantarse a las jugadas como realmente se esperaría porque no son verdaderamente políticos, sino tan solo dirigentes productos de una campaña publicitaria.
Habría que aprender más del ajedrez para dejar de estar siempre atando todo con alambre.