La Casa de Papel argentina. Primer capítulo: la grasa militante
Durante el gobierno de Mauricio Macri se instauró una forma de administrar el estado: despedir trabajadores y contratar administrativos. Hasta hoy se encuentran desempeñando sus funciones y perciben grandes sueldos del estado. Mirá cómo pasó en la Casa de la Moneda.
El directorio
Una de las cosas que llama la atención es el nombramiento de Fernando Ernesto Pereyro como Presidente del Directorio. El nombramiento por decreto fue realizado durante los primeros días del año pasado, pero se hizo retroactivo al 23 de diciembre de 2018. Quien había sido presidente hasta ese entonces, Marcelo Javier Pose, fue trasladado al Banco Nación.
Lo llamativo de la elección por Pereyro, que ya se desempeñaba en la Casa de la Moneda como Secretario General, es que había llevado a la quiebra a su propia empresa, AINI S.R.L., en abril de 2016.
Las otras patas del actual directorio se encuentran conformadas por José Luis Lacoste como vicepresidente y Augusto Ardiles Díaz como director.
Ardiles Díaz también fue nombrado en 2019 y previamente había desarrollado funciones de asesor en el Banco Central bajo la tutela de Luis Caputo. Además, también fue un representante de la Juventud Pro. En su militancia se vio envuelto en hechos sospechosos de corrupción a partir de la filtración de unos correos electrónicos de 2014 en donde se dejaba entrever una maniobra recaudatoria con fondos del estado.
Dentro del esquema administrativo de la Casa de la Moneda se encuentra Dino Petruzelli en calidad de Gerente de Tecnología . Según nos informaron trabajadores de la misma institución, es a través de él y en su gestión que se cometieron cometieron muchas irregularidades.
Actualmente, Petruzzelli se encuentra de licencia porque realiza otras funciones en ANSES. Es decir, continúa trabajando para el estado.
Captura del perfil de LinkedIn de Dino Petruzzelli
Grasa militante clase A
Un bastión del discurso macrista consistía en denunciar la ineficiencia del estado argentino. No sólo en sus capacidades sino también presupuestariamente, la estructura estatal nos costaba mucho dinero y redundaba en pocos servicios para la sociedad.
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Así, el mejor equipo de los últimos 50 años incurrió en despidos masivos de trabajadores bajo el argumento de que sólo quedarían los más aptos y necesarios. La Casa de la Moneda no fue una excepción y, ni bien asumido el gobierno, comenzaron los despidos. A su vez, también se registraron las altas de los soldados de Cambiemos.
Informe de altas y bajas de enero 2016.
Informe de altas y bajas de febrero 2016.
En agosto de 2016 el total de la planta de personal sumaba 1531 trabajadores. En enero de 2020 el total es de 1172: 359 trabajadores menos. Entre los motivos de esas bajas se encuentran renuncias, jubilaciones y fallecimientos, pero la gran mayoría se debe a despidos.
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Sin embargo, lo revelador es atender a la composición de la planta. En 2016, había 1201 empleados en tareas de obreros y maestranza y se contaban 327 administrativos. Por el contrario, en 2020 ya eran sólo 811 operarios, mientras que la administración creció hasta llegar a 358.
Esto significa que uno de cada tres operarios fue despedido. En contra partida, la administración creció un 10%.
Captura del documento de Excel en donde se detalla la dotación a agosto de 2016.
Captura del documento de Excel en donde se detalla la dotación a enero de 2020.
Pesada herencia
El gobierno de Mauricio Macri se aseguró de dejar huella en el estado por donde quiera que anduvo, por eso hasta fines de 2019, pronto a finalizar su gestión, se estuvieron nombrando funcionarios administrativos que responden a su gestión en la Casa de la Moneda.
Foto de planilla en donde se detallan altas de 2019.
Lo que sucedió durante la gestión de Mauricio Macri en la Casa de la Moneda no es una excepción. Contrariamente, confirma una forma sistemática de administrar el estado que se repitió en numerosas dependencias, direcciones y secretarías del estado nacional: despedir trabajadores que cobran, en algunos casos, por debajo de la línea de pobreza y poner administrativos de quienes se desconoce su verdadera función, pero que perciben sueldos muy superiores.
Hasta el día de hoy, la gran mayoría de ellos sigue prendida de la teta del estado.
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