Se robaron $12.500 millones, siguiendo el consejo de Macri
La justicia avanza contra una de las empresas alimenticias más grandes del país, que durante varios años se valió de una truchada fenomenal para evitar el pago del impuesto a las Ganancias. Al fin y al cabo, no hicieron otra que seguir la receta de Macri: “Para ganar plata, no hay que pagar impuestos”. El caso llegó a la Corte, luego de 17 años, y finalmente la Justicia parece dispuesta a poner las cosas en orden. Eso sí: uno de los jueces, fiel a su estilo, intentó seguir consagrando los beneficios de estos verdaderos planeros de lujo. Adiviná cual.
Llevan décadas y décadas viviendo del bolsillo ajeno. Tienen los mejores estudios de contadores y de abogados. Y recurren a ellos, primero, para encontrar los recovecos legales para robar mediante la evasión. Y luego, para que les salven el pellejo cuando la Justicia los descubre.
Son planeros de lujo. Los más dañinos, sin dudas. Grandes empresarios que aparecen todos los años en la revista Forbes y tienen la caradurez de opinar sobre la economía, sobre el Estado, sobre la política, sobre lo que deberíamos hacer y lo que no. Y esta no falla: sus nombres aparecen entre los que se niegan sistemáticamente a pagar el impuesto a las grandes fortunas.
El caso de los Pérez Companc es paradigmático. El 2 de septiembre la Corte Suprema de Justicia emitió un fallo donde básicamente les dice que se dejen de joder y que paguen de una buena vez lo que le deben al Estado nacional desde hace más de 17 años (con razón son amigos de Macri).
Y sí, porque vos te atrasás dos meses con la tarjeta y te embargan el sueldo, pero estos millonarios pueden estar 17 años sin pagar los impuestos y saben que nadie les va a hacer nada.
Te cuento un poquito la historia. Después de la crisis de 2001, la empresa Molinos Río de la Plata s.a., una de los mayores holdings alimenticios del país, resolvió "incorporar unidades de negocio en el mercado latinoamericano". Hasta ese momento, exportaban alimentos desde Argentina a países del cono sur. Pero para pagar menos impuestos, abrieron tres empresas satélites en Uruguay y una en Perú. Hasta ahí nada ilegal, digamos…
Pero en 2003 se “avivaron” de que podían hacer una atractiva voltereta legal a través de Chile, y ya vas a entender para qué.
El 30 de diciembre de ese año, constituyeron la sociedad Molinos de Chile y Río de la Plata Holding S.A., una carcasa de cartón, a la que transfirieron el total de los paquetes accionarios de las tres filiales uruguayas y también la peruana. Ahora la filial chilena era dueña de las otras cuatro empresas. La diferencia es que en Uruguay y Perú el holding sí tenía actividad y generaba ganancias, pero en Chile era sólo una oficina bajo la modalidad "sociedad plataforma de inversiones". O sea, vos entendés ¿no?
¿Y para qué hicieron esto? Por una razón muy simple. Cuando las filiales de Uruguay y Perú remitían sus utilidades a la casa matriz en Argentina, esos ingresos eran alcanzados por el Impuesto a las Ganancias. Pero al cambiarles la "casa matriz" a Chile, resulta que dejarían de pagar impuestos en Argentina y pasarían a pagarlos del otro lado de la cordillera.
"Ah, o sea que prefirieron pagarles a los chilenos y no a su propio país", estarás pensando vos. Error. No se afincaron en Chile porque les guste la cresta de Arturo Vidal o la sonrisa de Piñera, sino simplemente porque Argentina tiene firmado un convenio para evitar la doble imposición de tributos, o sea, que no se paguen impuestos dos veces. Con un dato adicional fundamental: Chile decidió no cobrar Impuesto a las Ganancias a las "sociedades plataforma de inversiones" que se afincaran en ese país.
¿Se entiende? Los planeros de lujo de Molinos s.a. fueron a ampararse en un tratado internacional que busca evitar el doble pago de impuestos, para concentrar artificiosamente los ingresos en un país que no les cobra ningún impuesto. Magia pura… hasta que los descubrieron.
Así fue como estuvieron pateando y pateando esta causa, que incluso tuvo un capítulo penal, cuando la justicia de San Isidro procesó a toda la cúpula del holding por evasión.
El daño causado por los planeros de lujo no ha sido menor. Al momento de los hechos, que se iniciaron en 2004 y se mantuvieron hasta 2009, el "ahorro" en pago de impuestos a las ganancias fue de 150 millones de pesos, equivalente a 68,8 millones de dólares en aquel entonces. A valores de dólar oficial actual, estaríamos hablando de más de 7 mil millones de pesos (si tomamos el blue, da $12.500 millones), sólo de capital e intereses, sin contar los costos devengados de la propia causa judicial. Como ves, no se andan con chiquitas estos muchachos a la hora de meternos la mano en el bolsillo a los argentinos.
Bueno, muy bien, ¿pero qué pasó con la causa?
Luego de todas las chicanas judiciales pensables, el expediente llegó a la Corte Suprema, donde básicamente, los planeros vip plantearon que, en virtud de los tratados firmados entre ambos países, "el hecho de que Chile haya resuelto no gravar los dividendos de fuente extranjera no permite que Argentina los grave". Buen intento el de Pérez Companc, que está claro no quiere pagarle impuestos a nadie para llevarse toda la guita. No en vano logró amasar la cuarta mayor fortuna del país.
Pérez Companc es dueño de la cuarta mayor fortuna de la Argentina. Pero se robó durante cinco años el pago del Impuesto a las Ganancias y ahora no quiere pagar la Contribución de las Grandes Fortunas.
Lo que intentaron fue invocar de manera abusiva un tratado internacional. No era para defenderse de una doble imposición, sino "procurar doblemente una NO IMPOSICIÓN", escribieron los supremos.
Es por eso que el voto de los jueces Rosatti y Maqueda -y acompañado por Lorenzetti-, sostiene que los planeros intentaron "valerse de una legislación foránea para desvirtuar los fines del tratado bilateral suscripto y eludir sus obligaciones tributarias". Por ello no dudan en usar una expresión muy clara para describir la movida: "fraude a la ley".
REALIDAD MATA FICCIÓN
¿Y cómo llegan a esa conclusión si la truchada, aparentemente, estaba bien armada? Lo que hacen es basarse en el llamado "principio de la realidad económica”. ¿Qué significa? Que los organismos recaudadores pueden "desconocer las formas y estructuras asignadas por los contribuyentes a sus negocios, y le permite recalificarlos a fin de considerar la situación económica real como encuadrada en las formas o estructuras que el derecho privado les aplicaría".
Esta facultad de la AFIP solo puede ser ejercida "cuando resulta manifiesta la discordancia entre la sustancia económica del acto o negocio y la forma o estructura que los contribuyentes le han asignado". O sea: cuando la diferencia entre la realidad y los papeles será demasiado abuso. Como pasó en esta ocasión.
Dicho en palabras más sencillas. La AFIP se tiene que guiar por la realidad y no por las carpetitas inmaculadas que le presentan los evasores de Molinos. Si los Pérez Companc te quieren hacer creer que tienen la casa central en Chile, pero resulta que ahí solo tienen una oficina y un empleado, eso está reñido con la realidad. Eso es cartón pintado, y eso debe ser controlado, combatido y sancionado. ¿Está claro, chicos?
¿Y cuál sería esa realidad? Repasemos lo que dice el fallo:
- Molinos Chile fue constituida un año después de que la legislación chilena desgravara a estas empresas extranjeras
- La filial chilena mandaba inmediatamente a la casa matriz argentina todas las ganancias giradas por las uruguayas y la peruana, de manera que los fondos no permanecían en el patrimonio de la sociedad ni un segundo.
- No había convenio de doble imposición entre Argentina y los países de donde provinieron las rentas (Uruguay y Perú).
- No hubo ingresos sustanciales provenientes de Chile
Ahí tenés, Molinos. Eso es exactamente el "principio de la realidad económica" con el que te quisiste hacer el vivo.
Y básicamente se sabe que era una joda importante la que estaba haciendo esta empresa de millonarios, porque la filial chilena "fue constituida con el único propósito de eliminar el gravamen". ¿Te das cuenta? Linda truchada se mandaron, ¿no?
En contrapartida, si las filiales de Uruguay y Perú hubiesen enviando las utilidades a la casa matriz en Argentina, esos ingresos iban a quedar alcanzados por el “principio de renta mundial” de la ley de Ganancias. Clarito.
Eso sí, como siempre hay un juez atorrante, esta vez el que no defraudó fue Carlos Rosenkrantz. Al fin y al cabo, para eso lo designó Macri por decreto para integrar la Corte. Contrario al voto de los otros tres vocales, el todavía presidente de la Corte "casualmente" pareció ver todo diferente. Con una pretendida candidez que a esta altura no le cree nadie, el ex abogado de Clarín sostuvo que "el compromiso asumido por los Estados debe respetarse aun cuando la aplicación de sus disposiciones redunde en una ausencia de imposición en ambas jurisdicciones e independientemente del juicio de desvalor que puedan merecer las planificaciones fiscales implementadas para alcanzar tal efecto".
Como ves, Rosenkrantz cumple.
No sé si por lealtad, por convicción, o simplemente como consecuencia del espionaje ilegal que también en contra de él desplegó la derecha cuando estuvo al mando de la AFI.
Se ve que no falla.