Google vs. las Escuelas
La derecha siempre hizo todo para que cerraran las escuelas. Para ellos, la educación, como cualquier otra cosa, es un servicio que se paga privadamente.
El golpe de la derecha a la educación es doble: no alcanza con retirar al Estado del cuidado de la Educación a través del recorte presupuestario, sino que para volverla un negocio hay que darles su administración a las empresas.
El gran proyecto de la derecha comenzó con las primeras incursiones de Nike y Coca Cola en las escuelas norteamericanas. Esas empresas no vendían productos, zapatillas o indumentaria deportiva, esas empresas vendían cultura. Y se metieron en un ámbito donde los niños son más permeables: en la escuela, en las canchas de fútbol, de básquet, etc.
Estos símbolos de pertenencia o exclusión social calaron tan hondo que se propagaron rápidamente por todo el planeta.
Hoy nadie podría dudar que la educación de nuestros hijos está más en manos de las empresas que de la propia escuela. Nadie podría dudarlo.
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A estas empresas culturales les siguieron las tecnológicas. Ahora un puñado de empresarios de la tecnología dueños de Facebook, Twitter, WhatsApp y todas las demás aplicaciones que usamos saben quiénes somos, dónde estamos, dónde vamos y qué vamos a hacer en horas, días y años.
Hoy los chicos pasan más horas absorbiendo la información que circula por las redes, moderadas y moldeada por Google y otros, que incluso las horas que pasan con sus padres o sus docentes.
En abril de 2020, el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires realizó una encuesta sobre el tiempo de pantalla de los niños y adolescentes. Casi el 50% de los padres encuestados admitió que sus hijos pasaban más de 4 horas al día haciendo uso de celulares y tablets. Es decir, más de lo que dura una jornada escolar.
Entonces, ¿por qué un referente y símbolo de la derecha pide que se abran las escuelas? ¿Por qué? Si para ellos los docentes son pobres, vagos e ideologizados.
(Mensaje para Soledad Acuña: esos sí bajan línea... los de Google, digo.)
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Ni a Macri ni a quienes manejan nuestra vida social y económica les conviene que vuelvan las clases. A todos les vino bien esta pandemia donde la híperconexión fue el resultado menos discutido. Porque ahora no sólo hay que tener las Nike para pertenecer, también hay que poder pagar el servicio de internet, poseer una laptop o teléfono por cada miembro familiar y tener los conocimientos necesarios para navegar. Con las reglas de este sistema, en donde el acceso a la educación es controlado directamente por empresas, los humildes son nuevamente los más marginados.
En eso está la educación de nuestros chicos y sería saludable que los docentes y nosotros, los padres, demos la pelea aunque sea por algunas míseras horas que le disputamos al sistema.