Adónde van los sinvergüenzas cuando la Justicia los declara culpables
El lawfare ya no es solo una forma de persecución contra los opositores a lo que dicta la Embajada. Ahora también se ha convertido en una magnífica estrategia de defensa para los sinvergüenzas, los ladrones, los estafadores e incluso de los asesinos. De ellos se encarga el TSJ porteño, creado por el gobierno del PRO y con mayoría automática de jueces designados por Macri y por Larreta. Enterate de los casos Correo Argentino, Chocobar, y el insólito caso de Gabriel Levinas, el columnista de Lanata condenado por un millonario robo de obras de arte.
Son cinco jueces. Uno, actúa de monje negro, es el encargado de la trenza, de la negociación, de la bajada de línea del poder, una especie de Lorenzetti de la metrópolis. Otros tres son prácticamente afiliados al PRO. Formaron parte de los gobiernos ultraliberales de Larreta o de Macri. Y queda sólo una quinta jueza que suele dejar a salvo su dignidad y falla en contra de las barbaridades que resuelve el cuerpo.
Se trata del máximo tribunal de justicia de la CABA, un órgano nacido a partir de la reforma de la Constitución Nacional que declaró la autonomía de Buenos Aires.
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La idea no era mala. Pero pasó lo mismo que había pasado con el gobierno ultraliberal de Menem. Llenó los casilleros de jueces acólitos, cuya función es protegerles la espalda.
El caso más escandaloso ha sido en la Causa Correo, que lleva más de 20 años en los que la familia Macri viene esquivándole a la Justicia y al pago de sus deudas millonarias con el Estado. Cuando la magistrada de la Justicia Nacional que entiende la causa mandó a la quiebra a la empresa, y cuando la decisión fue confirmada por la Cámara, entonces los representantes de Socma recurrieron de manera insólita al TSJ porteño, sin jurisdicción alguna sobre las decisiones anteriores, y se declaró competente en la causa.
¿Consecuencia? De una manera insólita van a intentar desplazar a la jueza y a la fiscal Boquín e intentar consolidar lo que buscó hacer Macri cuando era presidente: autocondonarse el 98% de la deuda y otorgarse un plan de pago a 30 años.
Para que se entienda: Sin que le corresponda, sin que haya una sola ley procesal que lo indique, el TSJ porteño con los jueces nombrados por Macri, les dice a una jueza y a una cámara: “No sigan porque yo soy la instancia superior a ustedes”.
Quien lo explica con mayor claridad es el juez Alberto Lugones, expresidente del Consejo de la Magistratura y camarista en San Martín. “Está clara la forma en que está actuando. Cuando no me gusta la solución de un tribunal y de la instancia que le sigue, y si no quiero ir a la Corte Suprema porque me van a cerrar el caso con un 280, entonces presentó un recurso para que intervenga la justicia de la ciudad, con competencias locales y municipales”, explica el magistrado. “Es como si no me gustara un fallo y recurro al tribunal de disciplina de la AFA”, graficó Lugones.
Algo similar está sucediendo con el caso Chocobar, el policía que persiguió varias cuadras y mató por la espalda a un ladrón que huía desarmado. Chocobar recibió meses atrás una condena leve. Pero ahora su defensa plantea la nulidad del juicio, ya que en una instancia del proceso, el TSJ porteño se había declarado competente y había intentado traer para su fuero la causa.
EL LADRÓN DE OBRAS DE ARTE
Se trata de otro de los casos emblemáticos en el cual el TSJ con su mayoría macrista automática intenta salvar a uno de los suyos. Manifiestamente suyo.
Estamos hablando de Gabriel Levinas, quien forma parte del staff permanente en el programa de Jorge Lanata, y además es columnista en el espacio radial de Baby Etchecopar, en Radio Rivadavia.
Para entender lo sucedido, debemos remontarnos al año 2008, cuando Levinas convence al artista plástico León Ferrari que le entregue 15 de sus obras de arte (collages, acuarelas y dibujos) para exponerlas en París y venderlas.
Te la hago corta, de esas 15 obras, a Levinas “se le perdieron” once. Después reconocería que las vendió, pero que las vendió en negro, y que en realidad no las cobró. O en realidad que le quedaron debiendo y que el comprador se murió. O en realidad que sí le pagaron pero se patinó la guita porque tuvo que afrontar gastos imprevistos
El autor de esas obras de arte, valuadas en 8 mil dólares cada una, se cansó de reclamarle al sinvergüenzas de Levinas, y falleció en 2013 sin lograr recuperarlas. Pero su viuda y su hija continuaron la causa y demandaron penal y civilmente al ladrón.
La justicia penal no lo encontró culpable de hurto ni defraudación, al entender que las obras habían sido entregadas voluntariamente por el autor, pero le pidió a la justicia civil que se expidiera. Y eso sucedió en abril de 2019, cuando el Juzgado Civil Nº75 le ordenó que “rindiera cuentas” por las once piezas de arte vendidas y no abonadas. Nada menos que 88 mil dólares por las obras y 50 mil más por intereses. Te hago el cálculo: son 143 mil dólares, o sea 24,3 millones de pesos a valor blue, que es el que les gusta tomar como referencia al propio Levinas y a Lanata cuando critican al gobierno.
¿Caso cerrado? Eso suponían los familiares del pintor estafado. Sin embargo, entonces comenzó un nuevo desfile de chicanas y boludeos por parte del estafador condenado para no pagar.
Pero como todas las instancias judiciales se le fueron negando ¿qué hizo? Ir a la cueva de los amigos y buscar ahí amparo. Igual que lo que hicieron Macri y Chocobar.
Luego de apelar sin suerte ante la Cámara, y de que se le cerraran las vías recursivas, Levinas terminó con los jueces nombrados por la derecha, que en lugar de apartarse de intervenir en un caso que le era totalmente ajeno a su jurisdicción, se declara competente y ordena que se eleve la instancia a la Corte Suprema de Justicia. Justo lo que quería Levinas, para seguir haciéndose el boludo, que es lo que mejor le sale.
LOS MANO DE YESO
Okey, y entonces vos te estarás preguntando quiénes son esos jueces que están trastornando el ordenamiento judicial, y que siempre siempre fallan a favor de los pedidos de la derecha, desde Mari hasta Chocobar, pasando por el ladrón de cuadros columnista de Lanata.
Te los voy a presentar para que los conozcas.
Inés Weinberg de Roca. Era la candidata de Macri cuando logró hacer renunciar a Gils Carbó. Cuenta que la conoció porque "iban al mismo gimnasio". Como no lograron sumar los votos en el Senado, esta jueza fue designada en el TSJ por Larreta. Resultó extremadamente obediente.
Santiago Otamendi. Nada que ve con el central de la Selección. Este fue número dos de Garavano en el Ministerio de Justicia, y pasó derechito al máximo tribunal de la ciudad. O sea, pase directo del gabinete de Macri a la justicia de la ciudad.
Marcela de Langhe. Trabajaba como presidenta en el Instituto de Seguridad Pública que es donde se forma la Policia Metropolitana (¿ahí les habrán enseñado a infiltrarse en las marchas?), y además era camarista penal, contravencional y de faltas. Con lo cual ejercía en la CABA funciones en el poder ejecutivo y en el judicial. Nombrada por Larreta, esta jueza que cuenta con la venia del Daniel Angelici pasó directo al TSJ.
Luis Lozano. Es el cuarto elemento de la mano de yeso. Hombre con perfil bajo, muy alineado con la embajada y los designios de Estados Unidos, aseguran los entendidos que es el Lorenzerri del TSJ porteño, el que maneja el termómetro politico.
Queda afuera de la lista de mayoría automática la jueza Alicia Ruiz, que casi siempre vota en minoría en los casos en que el resto de los integrantes del cuerpo se arrojan sobre la granada para proteger a los sinvergüenzas de la derecha.