Lo que nadie te contó del Correo Argentino y el socio oculto de los Macri
Ya conocemos el desenlace. Yo te quiero contar el origen. O más bien, una pieza clave de lo que fue el origen, para que el grupo Socma, de los Macri, se quedara con el Correo Argentino. Nacería allí una sociedad política que le hizo mucho daño a la Nación y a la provincia de Córdoba. Y si leés hasta el final de la nota, también te vas a enterar por qué esa sociedad sigue vigente. Y el daño también.
Llevó 20 años, pero finalmente salió. Y da la impresión de que "se hizo justicia".
Y digo así, porque es muy extraño que en Argentina, aunque sea una vez, los millonarios pierdan. Es muy difícil que los privilegiados sean obligados a algo. Es casi inédito que, siquiera una vez en la vida, la patria contratista sea forzada a pagar sus compromisos. Por eso, hasta que no los veamos poner la guita no podremos dar por resuelto el asunto.
Pero lo que hoy te voy a contar es lo que nunca nadie te contó sobre el curro del Correo Argentino y la manera en que aquella turbia concesión sigue hasta el día de hoy pagando sus dividendos políticos y económicos a quienes la facilitaron. O mejor dicho: a quien la facilitó.
Ese "quien" es el coloradito que ves en la foto, levantando el puño de José Manuel de la Sota. Fijate con detenimiento en los personajes de esa imagen.
Abril de 1999. En el centro, un José Manuel de la Sota está asumiendo por primera vez la gobernación de Córdoba, después de cuatro mandatos radicales consecutivos. Tiene los puños fundidos con Carlos Menem, que estaba terminando su segundo mandato, y con Germán Kammerath, el hombre en cuestión, flamante vicegobernador.
En segunda línea, de bigotito, un Mauricio Macri de jóvenes 40 años, ocupando un lugar de privilegio que nadie parecía entender en ese momento. Al centro Juan Schiaretti, quien luego sería tres veces gobernador, hasta la actualidad. A la derecha, uno que sería un poderoso ministro del gobierno neoliberal de Córdoba, Herman Olivero, quien tuvo la mala suerte de chocarse de frente contra uno de los primeros informes de ADN que lo sorprendió metiendo la mano en la lata (pero eso ya es otra historia).
¿Cómo se lee la presencia de Macri en el estrado principal de la Legislatura de Córdoba? Tranquilo, tiene su explicación.
EL HOMBRE DE LA FIRMA
Hasta ese mismo día (en que asumió como vicegobernador de Córdoba) Germán Kammerath era el secretario de Comunicaciones del gobierno de Menem. Y en ese rol, había sido el encargado de llevar adelante varios procesos de privatización, entre otros el del Correo Argentino. Privatización que "casualmente" había caído en manos del muchacho que está en la misma foto, mirando como desentendido. Poder real, que le dicen. Rara vez se hace tan manifiesto. Esta vez fue una de ellas.
Kammerath no sólo se encargó de entregarle en bandeja prácticamente la última joya de la abuela al consorcio de los Macri. También fue el que puso la firma para que la empresa controlada por el grupo Socma pudiera tomar el pago de las indemnizaciones por los despidos “a cuenta de inversiones”.
Dicho de otro modo: el contrato de privatización obligaba a la empresa a realizar millonarias inversiones para mejorar y modernizar el servicio. Pero en lugar de ello, lo que hizo Macri fue usar la guita para pagar las indemnizaciones por despidos y retiros voluntarios, para sacarse de encima a gran cantidad de trabajadores. Eso fue para Macri “inversión”. Y Kammerath con su firma, le estampó el “tudo bem, tudo legal”, para que el Estado avalara. No era otra cosa que un Estado financiando el despido de miles de trabajadores. Ni en eso saben innovar estos liberales criollos.
Tan burda fue la maniobra, que Kammerath tuvo que enfrentar una causa judicial en el fuero federal, causa que logró sacarse de encima sólo cuando el camarista Martín “doctrina” Irurzun le puso su firma al voto y lo terminó por dejar impune. Pero claro, el “favorcito” de Germán ya le había implicado millones de dólares en ahorro para Macri.
LEALTAD DE POR VIDA
Dicen que los favores se devuelven en vida. Si lo sabrá el hábil de Germán, que a los pocos meses fue ungido para ir por la intendencia de Córdoba, con todo el aparato menemista/delasotista/liberal por detrás. Ganó por amplio margen, dejando con las ganas a un tal Mario Negri.
Su intendencia se extendió entre 1999 y 2003. Fue un absoluto fiasco. La ciudad se volvió inhabitable, los servicios se arruinaron, las calles se volvieron un desafío.
A lo largo de su gestión intentó desplegar toda la voracidad privatizadora y se dio de lleno contra la realidad que reaccionó.
Fue la primera vez que la ciudadanía de esa capital hizo uso de la herramienta de la revocatoria, y se lograron juntar las firmas para destituir al intendente. El proceso sólo logró ser frenado cuando cuajaron los acuerdos políticos del bipartidismo cordobés y allí quedó todo.
Cómo habrá sido de nefasta su gestión, que ni siquiera tuvo la osadía de intentar ser reelecto al terminar su mandato, pese a que la Constitución se lo permitía.
Ni eso. Kammerath prefirió retirarse en silencio y dedicarse a esquivar la ristra de causas penales que generó él mismo durante su gestión. De la mayoría zafó, y hasta ahora sólo recibió una condena menor, por haber dirigido una licitación para que la ganara una empresa que era propiedad de su cuñado. Lo condenaron a 3 años y medio de prisión e inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos, pero la condena no está firme.
EL LEGADO KAMMERATH EN EL PRO
Pero los amigos no se abandonan, y pese a su desbarranque político, el muchacho de la foto en el acto de la asunción no se olvidó del generoso Germán. Y fue así como le garantizó que seguiría trabajando para el grupo Socma, cuidándole la espalda y también la cuenta bancaria.
Kammertah es el encargado de atenderle los negocios a Macri en China. De hecho, hasta hace poco tiempo pasaba casi la mitad del año en el país asiático. Y eso te lo puedo asegurar porque el propio Germán Kammerath me lo dijo. No es que lo leí en Twitter.
¿Suficiente con eso? Obviamente que no. Si bien Kammerath es un cancelado político (no me gusta decir “cadáver político” porque es una metáfora muy brutal), lo cierto es que el coloradito de la foto sigue inserto en el escenario. Y lo hace a través de la gente que le fue más fiel en su truncada vida política. Y ahora te voy a contar quiénes son.
La primera de ellas es Soher El Sukaria. Es diputada nacional. Tal vez la recuerdes porque hace poco, en el Congreso nacional, hizo uso de la palabra para decir que el gobierno estaba iniciando el plan para vacunar a los argentinos “sin saber qué mierda nos van a inocular”. Hablaba de la Sputnik, mirá vos.
En su bio se define como abogada y máster en Relaciones Internacionales, diputada nacional por Córdoba, vicepresidenta del bloque PRO en la Cámara de Diputados y titular del PRO Córdoba Capital. Lo que no dice Soher es que fue la secretaria privada de Germán Kammerath. Y que si llegó a ese lugar en la lista, que le permitió ingresar como diputada al recinto, fue por expresa indicación de Macri. Sí, las lealtades no vencen.
Pero hay más. Vamos a la Cámara Alta. Allí ostenta una banca, también por Córdoba, la senadora Laura Rodríguez Machado. Ella fue jugadora central de la frustrada intendencia de Kammerath en la capital cordobesa. Pieza clave que ocupó varios cargos centrales en la mesa chica, y por tanto, fue también artífice de aquel rotundo fracaso, que terminó con decenas de causas penales abiertas y una diáspora de todo aquel equipo de gobierno integrado por lo más rancio de liberalismo cordobés.
Tanto fue así aquella diáspora, que Rodríguez Machado no volvió a ejercer la política, y se refugió en el directorio de empresas desarrollistas, obviamente muy ligadas a la derecha, y aún más obviamente, muy beneficiarias de las prebendas.
¿Chau política? Según vo’. Cuando ya nadie la tenía en el radar, reapareció en la lista de senadores por Cambiemos en Córdoba, y así, sin que nadie la viera venir, aterrizó en una banca en la Cámara Alta. El regreso menos pensado. Gracias Germán.
Pero la gratitud de Mauricio con Germán, por aquella gauchada con el Correo, no se agota.
Por eso también recibieron “favores” Josefina Kammerath (la hermana) y Oscar Agost Carreño (el sobrino), con la asignación de un Registro de la Propiedad Automotor para ella, y un cargo estratégico como subdirector de la Dirección Nacional de Registros de la Propiedad Automotor para él, controlando esta millonaria caja, una verdadera máquina de imprimir dinero sin el menor riesgo. En su gestión, Agost Carreño se dedicó a revocar numerosas concesiones de Registros y entregárselos a gente vinculada al Pro, tanto en Córdoba como en Tucumán.
Otro hombre muy cercano a Germán Kammerath es Agustín de la Reta, vicepresidente del PRO en Córdoba, y propietario de la flamante franquicia del diario Perfil en Córdoba. Mejor no te preguntes por los inversores de ese proyecto.
Dicen que tanto la mafia como la política pagan bien.
Y vaya si lo sabrán Mauricio y Germán. Una dupla infranqueable, que nació allá por los 90, cuando el Correo dejó de ser estatal, para convertirse en una de las tantas aventuras del muchachito de la foto que luego llegaría a presidente.
Pero eso es otra historia.